miércoles, 15 de diciembre de 2010

Miércoles

Cada mañana es perfecta amaneciendo en su piel, el sonido despertador y su manipulación de las horas, estirando minutos para quedarse sin ropa y de ojos cerrados sobre mí. Un día salió con la simpática dulzura de esperar que alguien le abriera abajo y volvió, tocó el timbre, me puse su pantalón gris, las converse y mi tapado negro. Abrí la puerta y la encontré con el pelo tomado apoyada en el marco de la puerta con media sonrisa enamorada, le di un beso, bajamos abrazadas por el ascensor y se fue a trabajar.
Me saqué el tapado, me dormí con su perfume desmintiendo su partida. Pip pip Saca la mano de las mil mil colchas y escuchame: quiero vivir con vos.
Esa mañana no salí de casa, ordené, me bañé, saqué una foto a nuestras toallas recordando el tráiler de una película que me emocionó. Continué dejándole mensajes en Miss Dalloway. Hablé con mi madre, me preparé una ensalada de lechuga y esperé que regresara.
Repetímos ciclos, porque nos gusta repetir, porque significa encontrarnos y retirarnos una y otra vez, escuchar las mismas canciones, cenar con vino, sacarnos la ropa.

Hoy, como cada miércles, la amé

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